La tetrarquía del emperador Diocleciano



La tetrarquía fue un paréntesis en el período de inestabilidad que atravesaba el Imperio Romano. En el siglo III corrían malos tiempos para Roma. Lejos quedaban las victorias de las guerras púnicas, las conquistas de César y las campañas de Trajano. La épica de las legiones parecía cosa del pasado. Ya no había nuevas conquistas y, por tanto, tampoco nuevos esclavos. Sin éstos, la productividad era menor, lo que provocaba que también descendiera la recaudación de impuestos. Roma parecía haber llegado a un callejón sin salida.

Había comenzado por tanto un período de anarquía e incertidumbre, con los bárbaros acosando en las fronteras al tiempo que se sucedían las guerras civiles. Eran años convulsos, tiempos inestables. Tanto, que en cincuenta años Roma llegó a tener veintiséis emperadores.

Pero a finales de siglo llegó un nuevo emperador: Diocleciano. Y con él, un nuevo sistema de gobierno, la tetrarquía, que supuso una auténtica novedad en el Imperio Romano. Porque durante ese período Roma no tuvo solo un princeps, sino que fueron cuatro las personas que gobernaron el Imperio. Y lo cierto es que la tetrarquía fue una interrupción en la crisis galopante que atravesaba el Imperio. ¿Cuáles fueron las principales ventajas de la tetrarquía? ¿Cómo consiguió Diocleciano mantenerse durante veinte años en el poder? Vamos a explicarlo.


La crisis del siglo III


Como siempre, primero vamos a contextualizar. La crisis del siglo III comenzó con el asesinato del emperador Alejandro Severo a manos de sus soldados en el año 235. Terminaba así la dinastía de los Severos y comenzaba un período de anarquía política. Como decíamos arriba, en cincuenta años hubo nada más y nada menos que veintiséis emperadores. Pero además no murieron por causas naturales, sino que todos menos uno fueron asesinados. Este dato es todavía más llamativo cuando se compara con otro: entre el año 31 a. C. y el 180 d. C. solo hubo dieciséis emperadores.

El emperador Diocleciano.

Roma tenía graves problemas económicos y sociales. Los cimientos de la Ciudad Eterna se tambaleaban, y el ejército ya no era la fuerza de combate cohesionada que había llegado a ser tras las reformas militares de Cayo Mario. Después de los reinados de Septimio Severo y su hijo Caracalla, la diferencia entre las legiones -formadas por ciudadanos romanos- y las tropas auxiliares -no ciudadanos y extranjeros- fue desapareciendo. Empezó así un proceso de barbarización de las legiones, que ahora se dividían en facciones que apoyaban los objetivos políticos de sus líderes. Por supuesto, los soldados no hacían esto a cambio de nada, sino que buscaban comida y botín.

Pero los problemas de Roma iban más allá. La administración era corrupta y el emperador de turno no parecía dar abasto para ejercer control sobre ella. Es lo que le sucedió a Maximino, el sucesor de Alejandro Severo. En África algunos funcionarios tomaron una serie de medidas arbitrarias que provocaron descontento. Pero como percibían a Maximino como una figura demasiado lejana, decidieron nombrar a su propio emperador. Huelga decir que esto desembocó en una serie de conflictos armados.

Problemas internos y externos


Como se ve, la situación interna del Imperio Romano era convulsa. Y más lo fue en el año 260 cuando las provincias de la Galia, Hispania y Britania formaron el Imperio Galo. Para colmo de males, en el año 262 Siria, Palestina y Egipto hicieron lo propio y formaron un nuevo Estado. Es cierto que años después los emperadores Claudio II y Aureliano restauraron la unidad del Imperio, pero la crisis era tal que incluso la ciudad de Roma se protegió con murallas para defenderse de posibles enemigos.

Pero el Imperio también tuvo problemas externos y sufrió derrotas contra enemigos extranjeros. Por ejemplo, los persas tomaron Antioquía, y tribus bárbaras atravesaron las fronteras para llegar a la Galia, Hispania e Italia. Además oriente estuvo controlado por los reyes de Palmira.

Imperio Romano en el siglo III.

De modo que, resumiendo, Roma tenía problemas internos con guerras civiles, crisis social, dificultades económicas y ataques externos que le ponían en constantes aprietos. ¿Qué hizo Diocleciano para hacer frente a semejante crisis?


Diocleciano, un emperador diferente


Diocleciano era un oficial de la orden ecuestre de una de las provincias del Danubio. Se proclamó emperador en el año 285 tras derrotar a Carino y, a tenor de las decisiones que tomó, pronto comprendió cuáles eran los problemas del Imperio.

Roma era demasiado grande como para ser gobernada por un solo hombre. Sobre todo, porque tenía demasiados problemas militares. Como Diocleciano no contaba con ningún familiar adecuado para ayudarle en el gobierno del Imperio, nombró césar a Maximiano, un oficial de su confianza, en el 285. Y a principios del año siguiente lo ascendió a augusto, lo que significaba que, en teoría, Diocleciano y Maximiano estaban al mismo nivel. Pero en realidad Diocleciano siempre fue la personalidad dominante.


"Diocleciano y Maximiano se repartieron el trabajo. Diocleciano marchó a oriente, mientras que Maximiano viajó a la Galia para eliminar a los bagaudas".


Aunque oficialmente el Imperio no se dividió en dos partes, Diocleciano y Maximiano se repartieron el trabajo. Diocleciano marchó a oriente, donde se encargó de la planificación del Imperio. Mientras tanto, Maximiano viajó a la Galia para eliminar a los bagaudas, un grupo de rebeldes de las zonas rurales. Aunque el nuevo augusto logró una rápida victoria, no tardaron en presentarse nuevas dificultades.

Carausio se proclama emperador


El nuevo problema se llamó Carausio. Éste era un oficial que Maximiano había enviado a proteger las costas del Canal de la Mancha de la Galia y Britania. Allí estaban atacando tribus como los frisios y los sajones, pero Carausio fue eficaz y consiguió otra rápida victoria. Hasta aquí, todo bien. Pero las cosas se torcieron cuando Carausio se declaró emperador en el norte de la Galia en el año 286.

Con todo, Carausio no se oponía a Diocleciano y Maximiano, sino que pretendía ser reconocido como nuevo colega de éstos. Pero no lo consiguió. La situación de Carausio como emperador autoproclamado se prolongó hasta el 293. Pero si todavía albergaba alguna esperanza de lograr su objetivo, ese año las debió de perder todas.

La tetrarquía en el Imperio Romano


Porque en el 293 se creó la tetrarquía con el nombramiento de dos césares. Galerio y Constancio eran ahora los subalternos de Diocleciano y Maximiano respectivamente. Los cuatro gobernantes se repartieron las zonas en las que trabajarían. Diocleciano y Galerio se centraron en la parte oriental del Imperio, mientras que Maximiano y Constancio pusieron el foco en occidente. Este nuevo sistema establecía que, tras un período de tiempo determinado, los césares pasarían a ser augustos y designarían a dos nuevos césares.

Moneda con el rostro del usurpador Carausio.

Pero volvamos a Carausio. Instaurada la tetrarquía, Constancio le atacó a la primera de cambio y recuperó el territorio de la Galia que había apoyado al usurpador. Al final Carausio fue asesinado por Alecto, uno de sus oficiales, que decidió ocupar su puesto. Por fin, Constancio invadió Britania y lo mató. Entre Carausio y Alecto habían llegado a gobernar una década.

Solucionado el problema de Britania, surgió otro contratiempo en Egipto en el año 297. Otra vez un hombre se proclamaba emperador. El nombre del nuevo 'usurpador' era Domicio Domiciano, pero en esta ocasión fue el mismo Diocleciano quien sofocó la rebelión. Por su parte, Galerio derrotó a los persas e incorporó nuevos territorios al imperio. Tras estos problemas, a partir del 298 el sistema tetrárquico se estabilizó.

Las causas de la estabilidad de la tetrarquía


¿Por qué se estabilizó la tetrarquía? Ahí van dos motivos:

  • Este sistema de gobierno permitió que hubiera cuatro hombres con autoridad para dirigir ejércitos. Podían hacer justicia en distintos lugares del Imperio al mismo tiempo, lo que evitó que la población se sintiera desatendida. De esta manera se evitaron problemas como los que había tenido Maximino tiempo atrás en África.
  • Cualquier posible usurpador sabía que debería enfrentarse a más de un ejército. La tetrarquía de Diocleciano, Maximiano, Galerio y Constancio hizo hincapié en la unidad de los tetrarcas. Los emperadores incluso establecieron lazos familiares casándose los césares con las hijas de sus respectivos augustos. También acostumbraron a escribir los comunicados con la firma de los cuatro. Esta unidad disuadió a los aspirantes a emperador de atacar a los tetrarcas. Además, los emperadores controlaron un alto número de tropas, lo que garantizó el poder imperial.

Las reformas de Diocleciano


¿Qué otras reformas llevó a cabo Diocleciano?

  • Durante la época de crisis Roma había tenido numerosos problemas en las fronteras. Como decíamos antes, los bárbaros habían acosado al Imperio en el norte y en oriente. Pues bien, para dar una rápida respuesta en caso de crisis externa, el emperador estableció centros administrativos muy cerca de las zonas de conflicto. Para frenar la amenaza de los germanos aumentó el número de las legiones, que pasaron de unos 380.000 hombres a unos 590.000.
  • Para acabar con las guerras civiles, Diocleciano separó el poder militar del político. Con el objetivo de que la estructura de mando del ejército fuera independiente creó comandantes militares conocidos como duces (duques). Éstos estaban al mando de las legiones de cada provincia. Pero, ¿quién los controlaba a ellos? Diocleciano también pensó en esto. Para vigilar a los duces creó el cargo de los comes (conde), personas de confianza del emperador y cuyas tropas no estaban confinadas a ninguna guarnición fija.

Constantino el Grande. Era hijo del tetrarca Constancio.

  • Consciente de que los problemas militares del Imperio estaban tanto dentro como en las fronteras, Diocleciano dividió el ejército en dos grandes grupos: limitanei y comitatensis. Los primeros eran las tropas de los duces y se ubicaban en las fronteras. Tenían la misión de rechazar los ataques de los bárbaros. Por su parte, los comitatensis eran próximos al emperador y constituían una fuerza de élite que se dedicaba sobre todo a sofocar posibles revueltas, aunque también acudían en auxilio de las fronteras si la situación lo requería.
  • Para ejercer más control y recaudar más impuestos, Diocleciano subdividió las provincias. Como consecuencia de esto, el número de representantes imperiales se incrementó, así que el emperador, para vigilarlos, agrupó las provincias en unidades mayores que se llamaron diócesis. En esta época el Imperio Romano tuvo doce diócesis: Italia, Hispania, Britania, la Galia, Vienense, África, Panonia, Tracia, Mesia, Asiana, Ponto y Oriente.
  • Diocleciano también puso en marcha una serie de reformas económicas. Introdujo cambios para que la recaudación de impuestos fuera más efectiva y equitativa. También reformó el sistema monetario para evitar que la moneda se depreciara. Además, en el año 301 el emperador emitió un edicto para controlar los precios de los productos. Pero en la práctica estas reformas económicas no funcionaron porque Diocleciano no disponía de herramientas para hacer que se aplicaran.


La sucesión de la tetrarquía, un fracaso


Aunque las medidas que adoptó Diocleciano estabilizaron la situación del Imperio, no todo lo que hizo fue positivo. La parte negativa de la tetrarquía fue la sucesión. En el año 305 el emperador, sexagenario y con problemas de salud, abdicó. Siguiendo su ejemplo, Maximiano hizo lo propio y los dos césares Galerio y Constancio pasaron a ser ahora augustos. Se suponía que eran éstos quienes debían nombrar a los dos nuevos césares, pero al final fueron Diocleciano y Maximiano quienes eligieron a Maximino Daza y Severo como nuevos tetrarcas.

Palacio de Diocleciano.

La elección de Diocleciano fue un fracaso. Su apuesta fue por Galerio como tetrarca dominante, pero el nuevo augusto fue incapaz de imponer su voluntad sobre los otros tres. Así que, sin Diocleciano en el poder, el Imperio no tardó en volver a las andadas y las usurpaciones se volvieron a suceder.

Diocleciano murió en el 311 en su palacio de Dalmacia. Aunque le dio tiempo a ver cómo se derrumbaba todo lo que había construido, no por ello hay que desdeñar lo que hizo este emperador. De hecho muchos historiadores señalan que Diocleciano y su sistema de gobierno, la tetrarquía, dieron al Imperio Romano cien nuevos años de vida.

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