La Tercera Guerra Púnica y la destrucción de Cartago



La Tercera Guerra Púnica fue dramática para Cartago. Los dos conflictos anteriores entre romanos y púnicos habían concluido con victoria de los primeros. Especialmente dura para los romanos había sido la Segunda Guerra Púnica. En Cannas, Aníbal les había infligido la mayor derrota de su historia y había estado a punto de poner asedio a Roma. Pero al final Escipión el Africano había derrotado al púnico en Zama. Y Roma había terminado imponiendo sus condiciones de paz.

Aunque Cartago no deseaba un nuevo enfrentamiento con su potencia enemiga, al final no pudo evitar que en el año 149 a. C. estallase su tercer conflicto bélico contra Roma. ¿Cuáles fueron las causas de esta última guerra púnica? ¿Qué pasó exactamente? Vamos a verlo.



El tratado de paz de la Segunda Guerra Púnica


Terminada la Segunda Guerra Púnica, el gran beneficiado había sido Masinisa, el rey de Numidia. El tratado de paz establecía que Cartago debía devolver a Masinisa todo territorio que le hubiese pertenecido a él o a sus antepasados. Así que, con esta excusa, el rey númida acosó y atacó las fronteras de su enemigo durante cincuenta años. Cartago no podía defenderse, pues dependía del arbitrio de Roma. Y cuando pedía a ésta que interviniese, la ciudad del Tíber solía terminar dando la razón a Masinisa. Esto permitió a Numidia expandir sus territorios.

Caída de Cartago (Steve Noon).

El tratado de paz establecía lo siguiente:

  • Cartago debía pagar 200 talentos de plata anuales a Roma durante 50 años.
  • La flota armada de Cartago se redujo a tan solo 10 trirremes.
  • Cartago no podía declarar una guerra sin el permiso de Roma.
  • Los púnicos también perdieron Iberia, que ahora era territorio de Roma.

Aun así, Cartago fue cumpliendo de manera escrupulosa las condiciones del tratado. Pero un nuevo ataque de Masinisa fue decisivo para que estallara la guerra. Una vez más, Cartago pidió a Roma que terciara en el asunto. Pero lo importante para la futura guerra no fue la decisión que tomó Roma al respecto, sino la persona que presidió la comisión romana que marchó a Cartago a mediar. Este personaje era Marco Porcio Catón.

Delenda est Carthago


Catón era uno de los hombres más respetados de Roma. Este senador defendía las viejas costumbres romanas y se oponía a la helenización de su cultura. Catón ya tenía ochenta años cuando viajó a Cartago, pero a pesar de su edad avanzada demostró que se mantenía en forma. Le llamó la atención la prosperidad que había vuelto a alcanzar Cartago. Constató que la púnica no era una ciudad débil y arruinada por la guerra, sino que se había recuperado con rapidez. Cartago lucía puertos grandes y edificios altos. Y para colmo, sus arsenales estaban llenos de armas.

Catón el Viejo.

De modo que Catón comenzó en Roma una campaña a favor de una nueva guerra contra su eterno rival. Usando sus habilidades de buen orador, esgrimió ante el senado argumentos a favor de atacar Cartago y terminó su discurso con una de sus más célebres frases: 'delenda est Carthago'. O lo que es lo mismo: Cartago debe ser destruida. A partir de entonces Catón usó este lema cada vez que terminaba sus discursos en el senado romano.


Las causas de la Tercera Guerra Púnica


¿Qué motivos tenía Roma para declarar la guerra a Cartago?

  • En el año 151 se cumplirían los 50 del tratado de paz. A partir de ese momento Cartago ya no tendría deudas con Roma, por lo que la República dejaría de enriquecerse a costa de su enemigo.
  • La nueva situación de 'igualdad' entre Roma y Cartago podía desembocar en que los púnicos comenzasen a construir una nueva flota capaz de enfrentarse a Roma con garantías.
  • Varias derrotas en Hispania habían minado el prestigio militar de Roma, y una victoria contra Cartago era una buena manera de recuperar el respeto que Roma había perdido.
  • Numidia había aprovechado el tratado de paz para expandir sus territorios. El verdadero objetivo de Masinisa parecía ser anexionarse Cartago, y esto podía ser un problema para Roma. Y es que, si eso sucedía, los númidas pasarían a constituir una auténtica amenaza para la Ciudad Eterna. Así que era mejor arrebatar Cartago a Masinisa ahora que Roma todavía estaba a tiempo.

Cartago.

Pero por mucho que Roma tuviese motivos para estar interesada en una nueva guerra contra Cartago, necesitaba un casus belli que justificase el ataque. Este pretexto lo consiguió gracias a un nuevo conflicto entre Cartago y Masinisa en el año 150 a. C.

Las disputas entre Cartago y el rey Masinisa


Lo que pasó fue que los púnicos expulsaron de su ciudad a cuarenta hombres de Masinisa que actuaban clandestinamente en favor del rey númida. Cuando Masinisa se enteró, mandó a sus hijos a Cartago para negociar la readmisión de los expulsados, pero los púnicos no les hicieron caso.

Así que Masinisa atacó. Para defenderse, los cartagineses optaron por un general llamado Asdrúbal. Como ya habían pasado los cincuenta años del tratado firmado con Roma, debían de pensar que tenían libertad para defenderse de sus enemigos como les viniera en gana.

Tras varias escaramuzas entre númidas y cartagineses, ambos bandos se enfrentaron en una llanura. La victoria fue para Masinisa, aunque tampoco de trataba de un triunfo aplastante. El tribuno militar romano Escipión Emiliano arbitró en el conflicto. Y aunque al principio parecía que se llegaría a un acuerdo, las negociaciones se terminaron cuando Masinisa exigió nuevas condiciones.

Caballería númida.

Las hostilidades se reiniciaron y Masinisa cercó el campamento de los cartagineses. Los púnicos estaban acampados en un monte, así que no tardaron en quedarse sin provisiones. Al final, Cartago se rindió y aceptó unas condiciones de paz peores que las que se habían propuesto durante la primera negociación.

Masinisa volvía a ser el gran beneficiado de un conflicto con Cartago. Como ya hemos dicho, a Roma esto no le hacía demasiada gracia, aunque el motivo que adujo para atacar Cartago fue que los púnicos habían declarado una guerra sin pedir permiso a Roma. Es decir, se habían saltado el tratado. Pero, ¿era esto cierto? Lo que está claro es que ya habían pasado los cincuenta años durante los que Cartago debía pagar tributo a Roma.

Cartago intenta evitar la guerra


Los púnicos querían evitar la guerra a toda costa, así que para contentar a su enemigo condenaron a muerte a Asdrúbal, pero éste consiguió salvarse. Cartago también envió una embajada a Roma para negociar la paz, pero no consiguieron aplacar las ansias bélicas de la loba. Los romanos siguieron a lo suyo, y en el 149 declararon la guerra.

Los cartagineses sabían que se trataba de una guerra que perderían, de modo que hicieron todo lo posible para evitarla. Su desesperación era tal, que acataron las exigencias de Roma y entregaron como rehenes a trescientos niños de las mejores familias de la ciudad. Pero esto tampoco sirvió para evitar el ataque romano.


"Para evitar la guerra, los cartagineses entregaron como rehenes a trescientos niños de las mejores familias de la ciudad. Pero no sirvió".


Insitentes, los cartagineses lo volvieron a intentar. Enviaron una comitiva a Útica, donde los cónsules romanos habían desembarcado. Los púnicos volvieron a aceptar la condiciones que les imponía su enemigo. En esta ocasión lo que hicieron fue entregar sus armas. Pero entonces las exigencias de Censorino, uno de los cónsules romanos, fueron más allá: además, tenían que abandonar Cartago y alejarse por lo menos a quince kilómetros, pues los romanos habían decidido arrasar la ciudad.


El inicio de la guerra


Como es lógico, esto fue demasiado para Cartago. Los púnicos declararon la guerra, pero para ganar tiempo enviaron una delegación a Roma para pedir un armisticio de treinta días. Además, anularon la condena a muerte de Asdrúbal -recordemos que había conseguido seguir con vida- y le pidieron que defendiera Cartago desde el exterior con sus tropas. Como habían entregado sus armas, los púnicos convirtieron sus edificios públicos en talleres para volver a crearlas. Cartago había intentado evitar la guerra a toda costa, pero ahora iba a defenderse con uñas y dientes.

Y así llegó el primer asalto. Los romanos creían que doblegarían a Cartago sin apenas despeinarse. Al fin y al cabo, los cartagineses no tenían armas, pues las habían entregado. Y además las tropas de Asdrúbal estaban en Néferis. Por eso los romanos debían de pensar que sus enemigos estaban débiles y asustados. Pero se equivocaron.

La destrucción de Cartago.

Porque sus primeros asaltos fueron un fracaso. Primero los cónsules romanos, Manilio y Censorino, sondearon el terreno para comprobar la capacidad de defensa enemiga. Y para su sorpresa, los cartagineses se defendieron mejor de lo previsto. Así que los romanos, rechazados, pusieron en marcha un segundo asalto a las murallas de Cartago. Pero este segundo asalto, que ya iba más en serio, también fracasó.

Entonces los cónsules ordenaron construir dos campamentos y máquinas de guerra. Pero un tercer asalto fallido demostró a los romanos que las cosas no iban a ser tan fáciles como habían pensado. Luego construyeron dos arietes enormes, con los que golpearon las murallas de la ciudad. Incluso lograron abrir brecha, pero los cartagineses se defendieron con éxito y volvieron a repeler el ataque romano.

Escipión Emiliano gana prestigio


Mientras todo esto sucedía, una figura romana había aumentado su prestigio. Este personaje era Escipión Emiliano, el nieto de Escipión el Africano, que por aquel entonces seguía siendo tribuno militar. Escipión Emiliano demostró con varias actuaciones que él era el hombre más capacitado para dirigir el asedio de Cartago. Por ejemplo, él y sus hombres cubrieron las espaldas a los soldados que se retiraron tras el último asalto fallido. También salvó a un grupo de entre quinientos y dos mil leginarios que se habían refugiado en una colina tras combatir contra el ejército de Asdrúbal.

Pero sobre todo fue importante para el prestigio de Escipión Emiliano conseguir el apoyo de Gulusa -hijo de Masinisa, quien acababa de morir a los noventa años- para luchar en la campaña de Cartago. Gracias a la caballería númida, los romanos acabaron con los ataques de Himilcón Fámeas, quien había estado atacando a sus leñadores y forrajeadores con caballería creando muchos problemas al ejército romano.


Llegados a este punto, en Roma parecía haber unanimidad en que Escipión Emiliano era el hombre idóneo para acabar con Cartago. Pero el nieto del Africano tenía dos obstáculos que, a priori, le impedían ser cónsul: todavía no había alcanzado la edad necesaria para el puesto y tampoco había ocupado los cargos que precedían al consulado en el cursus honorum. Aun así, Escipión Emiliano logró ser nombrado cónsul, e incluso Catón el Viejo, el enemigo de los Escipiones, lo alabó en público.

El asedio de Escipión


Nombrado cónsul, Escipión recibió el mando de África y reclutó todos los voluntarios que se presentaron. Tuvo que entrar en acción en cuanto llegó, pues salvó a Mancino de un buen lío. Éste había tratado de tomar una muralla, pero al final él y sus hombres fueron rodeados. La aparición de Escipión con su flota les salvó la vida.

Pero Escipión Emiliano sabía que todavía era pronto para el asalto definitivo. Necesitaba mejorar la disciplina de sus hombres. Por eso, tal y como haría años después en el asedio de Numancia, llevó a cabo una limpieza en el campamento romano: expulsó a las prostitutas, a los vendedores y, en general, a todos los que no eran militares.

Cerco de Numancia (Albert Álvarez Marsal).

Restaurada la disciplina, Escipión dirigió un primer asalto contra Megara, en la parte norte de Cartago. Gracias a una torre de un ciudadano privado, el cónsul romano logró entrar en la ciudad con cuatro mil hombres. Pero al final tuvo que retirarse por estar sus tropas en una urbe llena de enemigos.

Entonces decidió que el asedio debía ser más estricto. Y es que los cartagineses seguían recibiendo suministros por tierra y mar. Para evitar que recibieran nada por tierra, Escipión mandó construir zanjas con estacas puntiagudas, una atalaya de cuatro pisos y un terraplén con torres de vigilancia. Pero bloquear los suministros que llegaban por mar fue más complicado.

Lucha naval entre Roma y Cartago


Porque la ciudad de Cartago tenía dos puertos, uno militar y otro comercial. Los romanos bloquearon el primero arrojando piedras al fondo. Pero los púnicos no se quedaron de brazos cruzados: unieron su puerto militar con el mar y, además, construyeron una flota de trirremes y quinquerremes con el material que pudieron reciclar.

Tres días después de una primera salida de reconocimiento cartaginesa, las dos flotas se enfrentaron cerca de la ciudad. En esta batalla no hubo un vencedor claro, pero cuando los cartagineses quisieron entrar a su ciudad por el puerto militar, se quedaron atascados porque eran demasiadas naves para tan poco espacio. Esto se tradujo en un buen número de bajas en el mando púnico.

Acrópolis de Birsa

Entonces Escipión instaló su base de operaciones en el puerto exterior y, desde allí, los romanos golpearon las murallas púnicas con catapultas y arietes. Los cartagineses seguían sin rendirse, así que un grupo de hombres efectuó una salida nocturna y quemó los ingenios romanos. Aunque aquella salida fue exitosa y sirvió a los púnicos para reparar su muralla, Escipión no tardó en mandar construir nuevas máquinas de asedio.

El asalto definitivo


Como se ve, la situación era cada vez más desesperada para Cartago, Los púnicos comenzaba a tener los días contados. Y la situación empeoró más aún cuando Escipión Emiliano tomó las ciudades que seguían ayudando a los púnicos. El cónsul romano consiguió con esto aislar totalmente a Cartago.

El asalto definitivo llegó en el 146 a. C. Una noche, un destacamento romano tomó el puerto militar de la ciudad. Una vez abierta brecha, Escipión llegó por la mañana con otros cuatro mil hombres y los romanos avanzaron hasta la ciudadela Birsa. Allí se produjo el último asalto, que se convirtió en una especie de guerrilla urbana. Ante la defensa cartaginesa, los romanos no tuvieron más remedio que tomar la zona casa a casa. Al final, una comitiva púnica dijo a Escipión que se rendirían si les perdonaba la vida. Escipión Emiliano aceptó y cincuenta mil personas abandonaron Birsa.

Suicidio de la esposa de Asdrúbal (Radu Oltean).

Pero todavía quedaban en Birsa cerca de mil desertores del ejército de Escipión. Por supuesto, con éstos no cabía la clemencia. Los desertores se refugiaron en el templo de Eshmún, lo incendiaron y se arrojaron a las llamas. El cartaginés Asdrúbal, que había dirigido la defensa de la ciudad, estaba con ellos. Pero volvió a demostrar su instinto de supervivencia. Traicionando a los romanos desertores, salió y suplicó a Escipión que le perdonara la vida.

Entonces fue cuando la mujer de Asdrúbal, que seguía en la ciudadela, maldijo a los romanos. 'Vosotros, que nos habéis destruido a fuego, a fuego también seréis destruidos'. Y tras estas palabras, sacrificó a los hijos y ella misma se suicidó en la hoguera.

Los incendios de Cartago duraron diez días. Mientras contemplaba las llamas, Escipión pareció darse cuenta de que todos los imperios, incluida Roma, caen tarde o temprano y recitó los siguientes versos de la Ilíada:


Llegará el día en que perezcan
la sagrada Troya y Príamo
y el pueblo de Príamo, el de la buena lanza.

17 comentarios :

  1. excelente y esclarecedor resumen de la tercera guerra púnica.gracias.

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    1. Hola Anónimo,

      Muchas gracias a ti por tu comentario. Me hace mucha ilusión ;-)

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  2. Excelente la explicacion,me saca de muchas dudas,gracias

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    1. Muchas gracias por comentar, apxprole. Me alegra que te haya gustado :-)

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  3. Esclarecedor,conciso y muy didactico, muchas gracias

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    1. Muchas gracias, Javier. Con esa intención se hace. Agradezco mucho comentarios como el tuyo ;-) Saludos y gracias.

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  4. Que relato más interesante!... los "romaadictos" agradecemos las historias aqui contadas... Éxitos y continúa de la misma forma... un saludo!
    Paulo

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  5. Muchísimas gracias!Me ha resultado muy interesante!

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    1. Gracias a ti por tus palabras :-) Me alegra que te haya resultado interesante.

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  6. Enhorabuena por hacer un artículo tan interesante. Me apunto la página para lectunas en el futuro. Un saludo.

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    1. Muchas gracias por tus palabras. Espero que disfrutes por aquí ;-)

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  7. Respuestas
    1. Muchísimas gracias, Loren MaG. Así da gusto. Espero que sigas disfrutando con el resto de artículos ;-)

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  8. Impresiónante,me encanta,conciso,fácil de leer e interesantísimo,gracias por tu dedicación,un saludo.

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  9. Fascinante, me mude a esta página desde hace dos días me siento en la época continua así. Te leo desde Venezuela

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