Tito y el asedio de Jerusalén




En el año 70 d. C. las legiones romanas tomaron Jerusalén. Tito, quien sería emperador años después, dirigió la campaña con éxito, y la ciudad terminó cayendo tras casi cinco meses de asedio. Aun así la toma de Jerusalén fue complicada, pues la ciudad judía contaba con tres murallas fortificadas.

Pero, ¿por qué estalló la revuelta de Judea? ¿Cómo consiguieron los romanos tomar Jerusalén? ¿Qué tipo de ingenios utilizaron para conseguirlo?


Judea era un polvorín


En el 66 d. C. Judea era una región conflictiva. A diferencia de lo que sucedía en otras provincias romanas, aquí las particularidades religiosas impedían que las élites se integraran en el Imperio Romano. El monoteísmo rechazaba los dioses romanos y aseguraba que el único dios verdadero era el suyo.

Roma llevaba tiempo eligiendo a dedo a reyes, gobernadores y procuradores para dirigir la región, pero éstos no comprendían las particularidades de Judea y a menudo eran corruptos y represores. Además los judíos estaban divididos en varias sectas y doctrinas con diferentes interpretaciones de la ley. Y por si todo esto fuera poco, los impuestos eran altos y el pueblo pasaba hambre.


"Cuando estalló la revuelta, los impuestos eran altos y el pueblo pasaba hambre".


Con este caldo de cultivo resulta sencillo entender que en el año 66 se produjera una rebelión en Judea. El procurador se dirigió a Jerusalén para hacer una demostración de fuerza, pero fue derrotado y la guarnición de la ciudad fue aniquilada.

Vespasiano toma el mando


Entonces fue el turno del legado de Siria, Caio Cestio Galo, que quería actuar con la mayor rapidez posible para acabar con la revuelta. Se dirigió a Jerusalén con la Legio XII Fulminata y vexillationes, pero sufrió varias derrotas y decidió retirarse. La retirada fue un error, pues los romanos fueron destrozados cuando marchaban por un paso estrecho. En total, Roma había perdido 5.780 soldados, y la XII Fulminata había perdido su águila. Un desastre.

Busto del Emperador Tito.

Las cosas cambiaron para Roma en el 66-67 d. C., cuando Vespasiano se encargó de la guerra de Judea. Aunque no había sido todavía legado, el elegido presentaba una buena hoja servicios y, además, contaba con la confianza del emperador. En el 67 Vespasiano invadió Galilea y, poco a poco, Roma ganaba terreno.

Eran buenas noticias para la loba, pero en el año 69 el ritmo de la guerra se detuvo. Vespasiano se centró su carrera política y ese mismo año se convirtió en nuevo emperador de Roma. Pero el problema de Judea seguía existiendo y había que acabar con él cuanto antes. Por eso envió a su hijo Tito a tomar Jerusalén.

El ejército de Tito


Como Jerusalén era una ciudad bien fortificada, Tito acudió a su asedio con una gran fuerza militar. El hijo de Vespasiano tenía en su poder cuatro legiones: la V Macedonica, la X Fretensis, la XII Fulminata y la XV Apollinaris. Además, contaba con una vexillatio -destacamento de hombres que actúan de manera independiente- de dos mil hombres, ocho alae de caballería auxiliar y veinte cohortes de infantería. En total, Tito tenía a su disposición entre 30.000 y 40.000 hombres para asediar Jerusalén.

¿Eran muchos? Sin duda. Pero el trabajo que los legionarios tenían por delante era complicado. Jerusalén se encontraba sobre dos colinas y, como decíamos arriba, contaba con tres murallas. ¿Cómo lo hicieron los romanos?

Mapa del asedio de Jerusalén del libro 'Las legiones romanas' de Peter Connolly.

En primer lugar Tito llevó a cabo un reconocimiento de las murallas. Se acercó sin casco ni armadura porque creía que no corría peligro, pero los defensores hicieron una salida que sorprendió al hijo de Vespasiano. Tito incluso llegó a quedar aislado, pero al final consiguió escapar. Se trataba de un primer aviso que indicaba que los defensores no iban a abandonar fácilmente.

Las legiones romanas se ubicaron al principio en dos montes. La V Macedonica, la XII Fulminata y la XV Apollinaris se instalaron en el monte scopus, mientras que la X Fretensis se situó en una zona más oriental, en el monte de los olivos.


Los judíos atacan a los romanos


Montar los campamentos romanos no fue sencillo. Los judíos atacaron el de la X Fretensis sorprendiendo a los romanos, que parecían haber subestimado a sus enemigos. Muchos romanos huyeron, y solo la intervención de Tito con la caballería consiguió rechazar el ataque rebelde. La X Fretensis pudo entonces continuar con la construcción del campamento.

El siguiente paso de los romanos fue mover las tres legiones que estaban en el monte scopus. Tito las llevó a la parte occidental de la ciudad. La XII Fulminata y la XV Apollinaris se situaron a un cuarto de milla de las murallas, mientras que la V Macedonica se instaló un poco más lejos.


Tito asedia Jerusalén


El asalto de la muralla exterior o tercera muralla, por fin, se llevó a cabo cerca de la actual puerta de Jafa. Los escorpiones y las ballistae romanos comenzaron a hacer su trabajo, pero los defensores también contaban con estos ingenios. Los habían conseguido cuatro años atrás, en el 66, cuando derrotaron a Galo. Pero las máquinas romanas eran mayores, y además tenían más y contaban con mejor puntería, pues los legionarios estaban entrenados en su uso.

Ballistas romanas.

En cualquier caso, solo con las ballistae y los escorpiones no bastaba para tomar la ciudad. Estos ingenios servían para que los defensores de las murallas no pudieran hostigar a los romanos que se acercaban a la muralla. Pero hacían falta otras herramientas para conseguir resquebrajar las murallas judías. Esas herramientas eran los arietes.

La dificultad estribaba en acercarse a las murallas con los arietes. Para poder hacerlo, los romanos se dedicaron a construir rampas. También tenían torres de asedio, desde las que los arqueros y las ballistae disparaban a los defensores del muro. Poco a poco, los romanos fueron ganando la partida. Y por fin, tras quince días de asedio, uno de los arietes logró abrir una brecha y el muro terminó cayendo.

La segunda muralla cae en cinco días


El siguiente paso de Tito fue trasladar el campamento al interior de las murallas. La defensa de la segunda muralla -centro de la ciudad- también fue agresiva y los defensores continuaron haciendo salidas contra los romanos. Pero esta vez solo costó cinco días abrir una brecha en una torre.

Torre de asedio romana.

Parecía demasiado fácil, pero lo cierto es que no lo era. Tito entró en la ciudad con sus singulares y mil legionarios, y los rebeldes consiguieron rechazar a los romanos. La brecha que éstos habían abierto era estrecha, demasiado, lo que dificultaba recibir refuerzos o abandonar la ciudad. Los defensores habían conseguido una victoria momentánea, pero al fin triunfó un segundo asalto romano.

Tito decidió dividir sus fuerzas: dos legiones atacarían la ciudad vieja y otras dos el templo. Las que atacaron el templo construyeron terraplenes para que las máquinas de asedio pudieran hacer su trabajo. Pero los defensores habían construido túneles, por lo que los terraplenes se terminaron hundiendo. El comandante entonces se dio cuenta de que el asedio se iba a alargar, por lo que aprovechó para descansar y pagar a sus legionarios, que ya les tocaba.


Un terraplén para encerrar a los judíos


Como los judíos rechazaron la propuesta de rendición que les había hecho Tito, el hijo de Vespasiano hizo algo parecido a lo que habían hecho Escipión Emiliano en Numancia o César en Alesia: levantó un terraplén alrededor de la ciudad para que nadie pudiera escapar. El avituallamiento empezaba ya a ser un problema en Jerusalén porque las anteriores disputas religiosas habían provocado incendios de víveres.

Terminado el terraplén, los romanos volvieron a construir rampas frente a la fortaleza Antonia. Entonces volvieron a usar los arietes y, por la noche, el muro se derrumbó. Los túneles que los defensores habían construido para que cayeran los terraplenes jugaron esta vez a favor de los romanos, pues provocaron que el muro cayera antes de lo esperado.

Ariete de tortuga (Peter Connolly).

Pero todavía quedaba trabajo por delante. Los judíos habían construido otra muralla dentro y los legionarios no eran capaces de tomarla. Al final lo consiguieron gracias a un destacamento que escaló los muros y mató a los centinelas. Entonces tocaron las trompetas y avisaron a Tito. Los defensores se retiraron al templo pensando que los romanos ya habían tomado la fortaleza Antonia.

Para tomar el siguiente templo, Tito ordenó que se aprovecharan los escombros de la fortaleza Antonia. Se formaba así una rampa que conducía al patio del templo, adonde los romanos llevaron las torres y los arietes.

Las escaramuzas se sucedían y el hambre del pueblo judío era cada vez mayor. Por eso los judíos atacaron a la desesperada el campamento de la legión X Fretensis, que continuaba en el monte de los olivos. Querían abrir una brecha y escapar. Como fuera. Pero el ataque fue rechazado y la caballería romana persiguió a los judíos cuando regresaban. Los capturados a menudo fueron crucificados para servir como ejemplo.


La caída de Jerusalén


El templo resistió otras cinco semanas, pero al final los romanos fueron ganando terreno y los defensores retrocedieron. Tito ordenó que se incendiaran las puertas, aunque los judíos todavía resistían. Al final, un soldado lanzó una tea ardiente al interior del templo y el edificio entero se quemó.

El desastre judío no terminó ahí. La ciudad vieja, por fin, había quedado a merced de los legionarios, que no tenían ganas de ser clementes. Además Tito ordenó que se destruyera prácticamente toda la ciudad. Los soldados se dedicaron a la matanza y al pillaje y, cuando ya estaban saciados, dieron fuego a la ciudad.

Cinco meses después, el asedio de Jerusalén había terminado. Tito había conseguido su objetivo, y celebró un desfile para recompensar a sus hombres.

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