La derrota de Aníbal en Zama



Aunque Aníbal Barca ha pasado a la historia como uno de los mejores generales de todos los tiempos, la verdad es que el cartaginés fue derrotado. Perdió, eso sí, después de haber conseguido algunas de las victorias más espectaculares de la historia.

Su derrota llegó en la llanura de Zama cuando se enfrentó a Publio Cornelio Escipión. Pero, ¿cómo se desarrolló la batalla de Zama? ¿Cuáles fueron las claves de este célebre enfrentamiento entre Aníbal y Escipión? ¿Por qué perdió el cartaginés?

Como siempre, en primer lugar conviene contextualizar para entender lo que sucedió. Por eso vamos a viajar unos siglos en el tiempo. Unos cuantos, en realidad.


Nos encontramos a finales del siglo III a. C. Dos potencias, Roma y Cartago, se disputan la hegemonía del Mediterráneo. Ya hace más de 20 años que terminó la Primera Guerra Púnica, y fue Roma quien se impuso en el primer enfrentamiento entre estos dos colosos.

Derrotada, Cartago tuvo que asumir una serie de compromisos. Entre ellos, el de no atacar jamás a un aliado de Roma. Pero ahora el cartaginés Aníbal avanza en la península ibérica. Él es un líder diferente. Cerca de Toledo libra una batalla que impresiona a las tribus locales. Aníbal gana terreno y hace aliados. Su leyenda da los primeros pasos.

Sus dominios ya llegan hasta casi el río Ebro, el límite que los romanos dicen que no puede cruzar. Aníbal, por ahora, no lo cruza. Pero en sus nuevos dominios se encuentra una ciudad que le molesta: Sagunto.

La toma de Sagunto


Sagunto es una ciudad aliada de Roma habitada por edetanos, una tribu ibérica. En el 220 a. C. tienen un conflicto con otra tribu que es aliada de Cartago. Los aliados de Cartago piden a Aníbal que intervenga, mientras que Sagunto pide ayuda a Roma. La Ciudad Eterna advierte a Aníbal: debe dejar en paz a su aliado. No puede tocarlo. Pero el cartaginés ya ha decidido.

Sin miramientos, Aníbal asedia Sagunto. No le resulta sencillo tomar la ciudad, pero al final lo hace. En el 218 a. C. las noticias de la caída de la aliada de Roma llegan a oídos de la loba, que no tarda en reaccionar. La ciudad del Tíber envía una comitiva directamente a Cartago.

Aníbal cruzando los Alpes (Mariusz Kozik).

Allí, Fabio Buteón, antiguo censor de Roma, agarra su toga y proclama con gesto teatral: "aquí traigo la guerra y la paz. Elegid lo que queráis". Gritando, los cartagineses le dicen que elija él. "Entonces os traigo la guerra", sentencia Buteón. La Segunda Guerra Púnica comienza.

La Segunda Guerra Púnica comienza


El choque es muy distinto al de la Primera Guerra Púnica. Cartago ya no tiene una actitud pasiva, sino que desde el principio Aníbal toma la iniciativa. El general cartaginés tiene planeado invadir Italia, y lo va a hacer por tierra, cruzando los Pirineos y los Alpes con sus elefantes. Cuando llega al norte de la península itálica, a Aníbal le quedan 20.000 soldados de infantería y 6.000 de caballería.

Pero el cartaginés demuestra que es un genio táctico y forja su leyenda. Se combate donde él quiere y cuando él quiere. En Tesino, su caballería númida se impone a la de Escipión, el padre de Africanus. En Trebia, sorprende al cónsul Sempronio emboscando a dos mil hombres y atacando por la retaguardia. En Trasimeno tiende una emboscada perfecta a los romanos, y mueren 15.000 de ellos incluido el cónsul Flaminio. Los desastres para Roma son cada vez mayores, pero la loba no aprende.

El desastre de Cannae


Y entonces llega Cannas.

Cannas, la batalla que se estudiará en las academias militares. La victoria perfecta. El aniquilamiento. Allí Aníbal destroza, liquida, a un ejército que le dobla en número. Los romanos creen que 16 legiones, 85.000 hombres, son invencibles. Que ganarán solo por su número. Pero se equivocan.

Batalla de Cannas (Igor Dzis).

Aníbal coloca a sus mejores hombres en los flancos, mientras que en el centro sitúa a los galos. Los romanos, enrabietados por sus recientes derrotas, cargan con fiereza contra el centro púnico. Avanzan sobre los galos, los empujan, los aplastan. Creen que están ganando la batalla. Pero están entrando en la trampa de Aníbal.

Cuando se dan cuenta ya es demasiado tarde. Están atrapados. Aníbal lo ha dispuesto así. Los galos han cedido y ahora los romanos están atrapados en una bolsa. Cuando miran a sus flancos, ven que la infantería libio-fenicia avanza y mata con sus lanzas sin pestañear. Son profesionales, experimentados. Alancean y ejecutan. Los romanos son reclutas bisoños. Y lo van a pagar con su vida.

La caballería cierra el cerco y la batalla termina con una victoria absoluta para Aníbal. Unos 60.000 romanos han muerto solo en Cannas. Entre ésta y las anteriores batallas, los romanos han perdido demasiados hombres en poco más de un año. Demasiados en tan poco tiempo. Incluso para Roma. La gran Roma.


¡Hannibal ad portas!


La loba, herida, se inclina ante Aníbal. Llega el momento decisivo. El de asestar el golpe final. Aníbal está en las puertas. Pero el cartaginés decide no tomar Roma. Maharbal, su general de caballería, se lo reprocha. 'Sabes vencer, pero no sabes aprovechar la victora', le dice.

Pero tomar Roma no es la estrategia de Aníbal. Nunca lo fue. El cartaginés quiere que los aliados itálicos de la ciudad del Tíber la abandonen. Entonces Roma firmará un tratado de paz y él habrá ganado la Segunda Guerra Púnica. Ésa es su estrategia. Pero Aníbal, el mejor táctico de la historia, fracasa como estratega.

Busto de Aníbal Barca.

Ni Roma se rinde, ni sus aliados la abandonan. Aníbal sigue en la península itálica sembrando el terror. Pero la loba, oculta, se lame las heridas. Roma no presenta batalla. Necesita recuperarse. Y el tiempo pasa. Que pase, piensa Roma.

La oportunidad de Aníbal se ha desvanecido. Lo ha tenido cerca, al alcance de la mano. Pero no ha sabido, o no ha podido, rematar la faena. Y ya es tarde.

Publio Cornelio Escipión toma Hispania


Porque en el 210 a. C. emerge una de las figuras más importantes de la historia de Roma: Publio Cornelio Escipión. El hijo del cónsul al que derrotó Aníbal solo tiene 24 años, pero ya cuenta con experiencia militar. Y no tarda en demostrar que es un genio.

El joven Escipión desembarca en Hispania. Allí cuenta con 30.000 hombres, pero al sur del Ebro toda la península la dominan tres generales cartagineses. Aun así, Escipión consigue hacerse con el dominio de Hispania.

Toma de Carthago Nova (Adam Hook).

Primero toma Cartagonova, la base púnica en la península ibérica, por sorpresa. Corre el año 209. Después, Escipión vence a Asdrúbal en Baécula. Y más tarde vuelve a ganar en Ilipa. Los cartagineses eran más, pero actuaban por separado. Sus generales de Hispania no están al nivel de Aníbal. Ni mucho menos. Pero quizá Escipión sí.

Publio Cornelio Escipión se ha hecho dueño y señor de Hispania. Le aconsejan que vuelva y descanse, pero ahora no puede detenerse. Al igual que Aníbal tenía el plan de invadir Italia, él ha decidido que hará lo propio en Cartago. El momento del general cartaginés ya pasó. Ahora es el de Escipión.

Las legiones de Escipión


El senado romano no ayuda al joven general en su empresa. A los senadores les beneficia que Aníbal arruine las tierras del sur de Italia. Cuando lo haga, el Estado comprará a precio muy bajo las tierras y se las alquilará a los senadores a cambio de casi nada. No les importa el destino de quienes allí viven. Si tienen que morir, que lo hagan. Los senadores quieren riqueza. Sus intereses son lo primero.

Eso dificulta a Escipión conseguir el permiso de los optimates. Pero entonces el pueblo se pregunta por qué demonios no quiere el senado acabar con esa maldita guerra. De una vez por todas. De una maldita vez. Y el pueblo comienza a murmurar, a hablar, a gritar. Escipión aprovecha y amenaza a los senadores con un referéndum. Al final, presionados, los optimates ceden. No les queda más remedio. Aunque ponen condiciones a Escipión.

Busto de Escipión el Africano.

Roma no aporta nuevas legiones al joven general, y éste tiene que arreglárselas como pueda para invadir África. Escipión decide 'rescatar' a dos ejércitos consulares olvidados. Uno de ellos lo forman 17.000 hombres que consiguieron huir del desastre de Cannas. Los enviaron a Sicilia, exiliados, como castigo por sobrevivir cuando 60.000 compañeros suyos perecieron. Pero el joven líder romano sabe que la culpa no fue de ellos.

Por eso los adiestra. Les ofrece su confianza y una oportunidad para redimirse. Los entrena. Además, muchos voluntarios se alistan para invadir África. Y la caballería númida del joven príncipe Masinisa, que pretende proclamarse rey de toda Numidia, también se une a la causa de Escipión. Cuando lleva a cabo la invasión de África, el general romano dispone de un total de 35.800 hombres.

La invasión de África


Escipión desembarca cerca de Útica, a unos 40 kilómetros de Cartago. No pierde el tiempo. Cuando pone sitio a Útica, dos grandes ejércitos se le aproximan. El de Asdrúbal Giscón cuenta con 30.000 infantes y 3.000 jinetes. El de Syphax, el númida, lo forman 50.000 infantes y 10.000 jinetes. Los números asustan, arredrarían a cualquiera. Pero no a Escipión. Porque él tiene un plan.


"Escipión dividió a su ejército en dos columnas. Una incendió el campamento númida, mientras que la otra hizo lo mismo con el púnico".


Aprovechando que los dos ejércitos rivales se encuentran cerca del suyo, en el 203 a. C., el general romano ataca por la noche. Escipión divide a su ejército en dos columnas. Una incendia el campamento númida, mientras que la otra hace lo propio con el púnico. El fuego se propaga. Es una masacre.

Aunque ha sido un duro golpe, el ejército púnico todavía no se rinde. Giscón y Syphax logran reorganizarse y formar un ejército de 30.000 hombres. Pero Escipión es un general invicto, y vuelve a salir victorioso de la batalla de las grandes llanuras.

Aníbal vuelve a África


A estas alturas, a Cartago no le queda más remedio que llamar a Aníbal. Tras 15 años en Italia, el héroe púnico, en contra de su voluntad, debe volver a casa. Está a punto de producirse una de las batallas más célebres de la historia. Los genios Aníbal y Escipión, por fin, se van a enfrentar.

Por primera vez la herramienta favorita de Aníbal, la caballería, tiene menos efectivos que la del enemigo. El cartaginés no ha podido viajar con sus caballos a África, y solo cuenta con 2.000 jinetes de caballería pesada y otros 2.000 de caballería númida.

Caballería ligera númida, siglo III a.C. (G. Rava).

Aun así Aníbal logra formar un ejército que supera en número al romano. Para la batalla de Zama dispone, en total, de 44.000 hombres. De ésos, 8.000 son sus veteranos de la campaña de Italia.

El general cartaginés sabe que esta vez, en condiciones distintas, debe probar algo diferente. Estando en inferioridad su caballería, tiene que ganar la batalla con la infantería. Por eso forma el centro con tres líneas, en una especie de triplex acies romana.


Aníbal y Escipión, dos genios frente a frente


El plan de Aníbal está claro. Para desgastar las primeras líneas romanas, primero cargarán los 80 elefantes, que desatarán el caos entre las líneas romanas. Después entrarán en combate los 12.000 mercenarios galos, ligures y baleares. A éstos les seguirán los 10.000 soldados africanos. Y por último, los 8.000 veteranos de la campaña de Italia deberán dar cuenta de los triarii romanos, los legionarios más veteranos. Aníbal, pues, tiene un plan. Un buen plan.

Pero Escipión parece haberlo adivinado. El general romano refuerza sus líneas de infantería. Cada grupo de hastati y principes, líneas normalmente de 1.200 hombres cada una, tendrá ahora 1.000 efectivos más. Escipión ha previsto que el peso de la batalla lo lleven ellos. Y acierta.

Infantería romana.


Solo queda, pues, apostar por la caballería y envolver a Aníbal. Como tantas veces hizo el púnico. Escipión, su mejor alumno, quiere darle su propia medicina.

Los 4.000 númidas del ejército romano forman en el flanco derecho. En la izquierda lo hace la caballería italo-romana con sus 1.500 jinetes. Frente a ellos, Aníbal ha dispuesto en su flanco izquierdo a los 2.000 númidas y en el derecho a la caballería africana, otros 2.000 efectivos.

La carga de los elefantes


Escipión espera a que Aníbal tome la iniciativa y el cartaginés lo hace. Lanza a sus 80 elefantes, que deben destrozar, o al menos desgastar, a la línea de hastati romana. Pero Escipión también ha previsto esto.

El general romano ordena que sus legiones formen sus manípulos en paralelo, dejando pasillos para que los elefantes elijan ese camino sin oposición. Los paquidermos no están adiestrados, y el ruido, las tubas, los pila contra los escudos, los vuelven locos. Los velites, la infantería ligera romana, son hábiles y consiguen conducir a los elefantes por los pasillos que han formado los legionarios. Aterrorizados, los animales buscan una salida, y terminan marchando por donde han previsto los romanos.

Aníbal se queda sin caballería


Mientras, lo que sucede en los flancos va a ser decisivo para el resultado de la batalla. Los elefantes que debían cargar contra la caballería númida del ejército romano han dado la vuelta. En lugar de dañar al enemigo de Aníbal, cargan ahora contra su propio flanco izquierdo. Los númidas de Aníbal logran desbaratar la carga, pero lo han conseguido a costa de desorganizarse.

El príncipe Masinisa, frente a ellos, no desaprovecha la oportunidad. Carga con furia con sus 4.000 númidas. Los 2.000 jinetes del flanco izquierdo de Aníbal, sin tiempo para formar por culpa de la carga de los elefantes, deben huir ante el ataque de Masinisa. El general cartaginés se lamenta. Acaba de quedarse sin flanco izquierdo.


"Por culpa de la carga de los elefantes, Aníbal se quedó sin caballería en los dos flancos".


Pero la mala suerte de Aníbal no ha terminado. Los elefantes que han cargado sobre la caballería italo-romana también vuelven sobre sus pasos. Las bestias, furiosas por las heridas, cargan enloquecidas contra la caballería africana.

Como acaba de suceder con el flanco izquierdo, el flanco derecho de Aníbal también se desorganiza. Cayo Lelio, al mando de la caballería italo-romana, sigue el ejemplo de Masinisa y aprovecha el momento. Sus jinetes cargan con fiereza y la caballería cartaginesa huye. Aníbal, cuya herramienta bélica favorita es la caballería, acaba de quedarse sin jinetes.

El choque de la infantería


Desbaratada la caballería, ha llegado la hora de la infantería. La primera línea púnica avanza sobre los romanos. Los primeros son más ágiles, ligeros. Pero los hastati mantienen la formación y echan mano de sus escudos para protegerse de los honderos baleares. Cargan, empujan y ganan terreno. Poco a poco, la primera línea púnica es empujada hacia atrás. La segunda línea de Aníbal tiene que intervenir.

Aníbal cruza el Ródano con sus elefantes (Peter Connolly).


Pero la primera línea de Aníbal tiene problemas para retirarse. Los cartagineses no están acostumbrados a hacer relevos como los romanos, y los púnicos que desean dejar paso a su segunda línea quedan atrapados entre los hastati y las picas de su propio ejército. Entonces se desata el caos, y los principes, la siguiente línea romana, intervienen para tapar los huecos entre los que quedan soldados púnicos. Los romanos están demostrando ser más versátiles que los cartagineses.

Al final la presión puede también con la segunda línea púnica, que huye en desbandada. Los romanos, sedientos de sangre, los persiguen. Y vuelve a suceder lo mismo: las dos primeras líneas púnicas quedan atrapadas entre los romanos y los veteranos de Aníbal. Incapaces de maniobrar, muchos de los infantes de Cartago mueren atrapados.

El plan de Aníbal


Es el momento de reorganizarse. Escipión ordena a hastati y principes que vuelvan a su posición original. Las cosas están yendo bien a los romanos. Francamente bien. Pero Aníbal, el gran Aníbal, tiene un plan.

El cartaginés ya no tiene caballería, pero ha decidido que envolverá a los romanos con su infantería. Por eso forma con sus 8.000 veteranos en el centro y reagrupa a los supervivientes de sus dos primeras líneas en sus flancos. El frente cartaginés es ahora una extensa falange mucho más larga que el frente romano. Quizá los romanos, por fin, estén en apuros.

Plano de la Batalla de Zama.


Pero Escipión es otro genio. Rompiendo con siglos de tradición, hace que los triarii, en lugar de limitarse a cubrir la retirada, se sitúen en los flancos izquierdo y derecho. Ahora la línea que ha formado Escipión sí puede enfrentarse a la de Aníbal. La batalla vuelve a empezar. O eso parece.

El combate es encarnizado. Aníbal quiere que sus veteranos del centro rompan la formación romana. Deben hacerlo cuanto antes, pues el tiempo apremia. La caballería romana ha puesto en fuga a la suya, y en cualquier momento puede volver. Entonces no habrá nada que hacer. Aníbal lo sabe.

La caballería decide la batalla


Pero no le da tiempo. De repente, casi al mismo tiempo, la caballería itálico-romana de Cayo Lelio y la númida de Masinisa regresan y atacan por la retaguardia a los cartagineses. Los púnicos están perdidos. Aníbal ya no es un general invicto.


"Derrotado, Aníbal Barca decidió huir a caballo y salvar la vida".


Perdida toda esperanza, el cartaginés decide entonces huir a caballo y salvar la vida. Su vida aún tendrá episodios bélicos interesantes, pero Zama ha terminado. Acaba la Segunda Guerra Púnica. Roma ha vuelto a vencer a Cartago.

Escipión ha demostrado ser el mejor alumno de Aníbal y le ha derrotado. Han muerto 21.000 hombres del bando cartaginés, y otros 18.000 han sido hechos prisioneros. Se van a firmar unas duras condiciones para Cartago que serán decisivas para entender lo que sucedió en la Tercera Guerra Púnica. Pero eso todavía tardará en suceder. La derrota de Aníbal en Zama dará a Escipión el sobrenombre de 'Africanus'.

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