Yugurta, la guerra que aupó a Cayo Mario



Cayo Mario es una de las figuras más importantes de la historia de Roma. Sin duda. No solo porque fue cónsul siete veces, algo sin precedentes. También porque triunfó en la guerra de Yugurta, reformó la legión romana, salvó a la ciudad eterna de la amenaza de cimbrios y teutones, fue uno de los protagonistas de la primera guerra civil romana... Casi nada. Y para colmo, logró todo esto siendo un homo novus, es decir, sin contar con antepasados que hubieran sido cónsules antes que él. Pero a pesar de todo, Cayo Mario no tiene hoy la fama que se merece.

Hablo de fama popular, de la de quienes no han buceado demasiado en la historia de Roma. Porque Cayo Mario no es Julio César, ni Augusto, ni Cicerón, ni Claudio. Tampoco es Trajano, Escipión o Constantino. Ni si quiera es Nerón o Marco Aurelio. Son todos ellos nombres que cualquier persona podría citar al preguntársele por un 'romano famoso'. Pues bien, Cayo Mario no está a ese nivel de fama. No actualmente. Pero, como decía, fue un personaje decisivo en la historia de Roma.

Por eso vamos a dedicar este artículo a hablar de uno de los episodios más relevantes de la vida de Cayo Mario. Llegó un momento en que su carrera parecía estancada, pero la guerra de Yugurta fue la oportunidad que nuestro protagonista estaba esperando. ¿En qué consistió? ¿Cómo se desarrolló? Vamos a explicarlo.


Cayo Mario, un homo novus


Mario pertenecía a una familia de la aristocracia local de Arpinum, ciudad ubicada a unos 130 kilómetros de Roma. Allí recibió una educación conservadora e incluso dejó de aprender griego, la segunda lengua de la aristocracia romana por aquel entonces. Aunque esto le granjeó críticas, él decía que el griego no volvía más valientes a las personas que lo hablaban.

En aquellos tiempos, quienes no tenían una reputación heredada pero deseaban progresar en el cursus honorum -carrera política- solían recibir el apoyo de familias poderosas. En el caso de Mario, su familia era cliente de los Cecilio Metelo. Gracias al apoyo del cónsul Lucio Cecilio Metelo Delmático nuestro protagonista se convirtió en tribuno de la plebe.

Busto de Cayo Mario.

Pero después, aunque fue pretor y también gobernador en la Hispania Ulterior, su carrera pareció estancarse. Quizá por eso se casó con Julia, de la familia de los Julio César. Aunque se trataba de una gens prestigiosa, lo cierto es que no era ésta una familia poderosa por aquel entonces. De modo que, con casi cincuenta años, parecía que la carrera de Cayo Mario había tocado techo. Pero entonces se produjo una crisis militar en Numidia que brindó a Cayo Mario la oportunidad que buscaba para alcanzar el consulado.

La crisis de Yugurta


Durante la Segunda Guerra Púnica los númidas jugaron un papel decisivo. Su caballería ligera era un arma poderosa. Si bien en un principio el príncipe Masinisa tomó parte a favor del bando cartaginés, después ayudó a Escipión con la invasión de África en el año 204 a. C. A partir de entonces Numidia fue un aliado de Roma. Masinisa primero y su hijo Micipsa después ayudaron a la ciudad eterna siempre que fue menester. El conflicto entre Roma y Numidia llegó tras la muerte de Micipsa.

Porque Yugurta, su sobrino, era ambicioso. Micipsa lo adoptó y legó el reino a sus hijos Adhérbal y Hiempal y al propio Yugurta. Pero éste deseaba todo el reino para sí, de modo que ordenó asesinar a Hiempsal. Adhérbal fue más rápido que su hermano y consiguió huir a Roma. Allí el senado decidió que el reino debía repartirse entre Yugurta y Adhérbal. Pero Yugurta no acató lo decretado por el senado romano y sitió a Adhérbal en Cirta en el 112 a. C. En la defensa de la ciudad participaron comerciantes romanos e italianos que vivían allí, y Cirta terminó cayendo. Los comerciantes romanos murieron, lo que supuso una afrenta para Roma.

Yugurta humilla a Roma


El lío estaba servido. Roma reaccionó mandando al norte de África al cónsul Lucio Calpurnio Bestia. Pero Yugurta marchó a Roma y allí sobornó a senadores influyentes. Se puso de manifiesto la corrupción que imperaba en la ciudad eterna. El númida llegó a decir que Roma era una ciudad dispuesta a ser vendida. Visto lo visto, no le faltaba razón.

Pero la humillación de Yugurta a los romanos no se detuvo ahí. En el 110 a. C. sobornó a varios oficiales del ejército romano y pudo así penetrar en el campamento enemigo de África. Los romanos tuvieron que retirarse a una colina cercana. Al día siguiente Yugurta los rodeó y los obligó a rendirse. Exigió una serie de condiciones que Roma rechazó, pero en cualquier caso volvía a tratarse de una humillación provocada por la corrupción que se había adueñado de la ciudad eterna.

Yugurta se arrodilla ante Cayo Mario.

Así que en el 109 a. C. llegó el turno del cónsul Quinto Cecilio Metelo, el hermano de Delmático. Con él fue Cayo Mario como uno de sus legados superiores. Cuando llegó a África, Quinto se encontró con unas legiones indisciplinadas, por lo que lo primero que hizo fue restablecer el orden y la disciplina. Una vez lo logró, marchó contra Yugurta.

Pero el númida evitaba los enfrentamientos directos con los romanos. Por eso Quinto se dedicó a desgastar el prestigio de su enemigo tomando pequeñas ciudades. Aun así, romanos y númidas se llegaron a enfrentar cerca del río Muthul. Pero aunque los dos ejércitos sufrieron importantes bajas, no fue ésta una batalla decisiva. El caso es que el tiempo pasaba y Metelo continuaba sin poder vengar a los romanos de la humillación que les había infligido Yugurta. Roma se impacientaba.


La oportunidad de Cayo Mario


Era la ocasión que tanto había buscado Cayo Mario. Nuestro protagonista pidió permiso a Metelo para dejar el puesto de legado y viajar a Roma. Allí quería presentarse a las elecciones consulares del año siguiente. Pero Metelo debía de temerse que si Mario era elegido cónsul, terminaría quitándole el mando de África. De modo que su respuesta fue que esperase para presentarse al consulado con su hijo - el de Metelo-, al que quedaban veinte años para poder presentarse al cargo. Por eso, en realidad, la respuesta de Metelo era una negativa firme, rotunda y, en cierto modo, humillante.

Metelo y Mario se habían llevado bien, pero esta circunstancia provocó el fin de su buena relación. A pesar de la negativa de Metelo, Mario no se rindió. Empezó una campaña desde África hablando con soldados a los que convenció de que aquella guerra solo podía terminar bajo el mando de Cayo Mario. También se ganó el apoyo de los miembros del orden ecuestre. Mario consiguió que llegaran muchas cartas con esta idea a Roma: solo él podía acabar con Yugurta.


"Mario empezó una campaña desde África hablando con soldados. Les convenció de que aquella guerra solo podía terminar bajo su mando".


Lo que pasó después abundó aún más en esta idea. Metelo consiguió victorias, pero Yugurta siempre se le terminaba escapando. Para colmo, los legionarios hacían esfuerzos en balde, pues a pesar de hacer un buen trabajo terminaban quedándose sin botín, el principal motivo por el que se alistaban. Mario aprovechó esto para continuar presionando a Metelo y al final consiguió que el procónsul le permitiera viajar a Roma. Solo quedaban doce días para que se celebraran las elecciones, pero Cayo Mario fue capaz de presentarse a tiempo en Roma. Allí despertó un gran entusiasmo y, por fin, fue elegido cónsul por primera vez a sus cincuenta años.

Cayo Mario, nuevo cónsul de Roma


Pero aunque ya era cónsul, Mario todavía necesitaba que le asignaran el mando de África, pues se le había asignado Italia. Para lograr su objetivo, el cónsul recurrió al tribuno Tito Manlio Mancino. Éste propuso una ley para entregar el mando de la campaña de Numidia a Mario y la gente votó a favor.

El siguiente paso de Mario fue conseguir tropas. Las que había usado Metelo eran insuficientes, pues Numidia era un territorio amplio. Así que Mario reclutó más tropas, pero aun así seguía sin tener tantas como deseaba. Fue entonces cuando tomó la decisión de reclutar a los proletarios. Esto permitió alistarse a gente que hasta entonces no había podido hacerlo por no disponer de recursos suficientes para pagar su equipo militar. A partir de ahora el Estado adelantaría el coste del equipo y después descontaría dinero de la paga de los soldados. Para entender mejor las reformas militares de Mario os recomiendo echar un vistazo al artículo La legión romana profesional de Cayo Mario.

Caballería númida (G. Rava).

Gracias a su decisión, Mario pudo llevar a Numidia unos cinco mil soldados que se unieron a los que ya había en África. El cónsul tenía por fin la oportunidad que tanto había buscado y no podía desaprovecharla. Sabía que necesitaba acabar con Yugurta cuanto antes. De lo contrario podían acusarle de alargar la guerra, tal y como él mismo había hecho con Metelo. Pero Yugurta ya había sufrido varias derrotas y cada vez tenía menos recursos. Por eso el númida no iba a presentar batalla así como así. Mario se percató de esto, por lo que se dedicó a tomar y destruir ciudades para desgastar el prestigio de Yugurta.

La campaña de Mario contra Yugurta


El siguiente objetivo de Mario fue tomar la ciudad de Capsa -actual Gafsa-. Tras una marcha de nueve días, los legionarios se situaron a unos tres kilómetros de la ciudad. Cuando amaneció, los habitantes de Capsa abrieron las puertas de la ciudad y los romanos aprovecharon para entrar en ella. Aunque Capsa se rindió enseguida, Mario no tuvo piedad y ordenó matar a todos los varones adultos. De esta manera el cónsul transmitió el mensaje de que cualquiera que estuviera de parte de Yugurta terminaría pagando un alto precio.

Tras conseguir prorrogar el mando al ser nombrado procónsul, Mario se propuso tomar una fortaleza que contenía parte de los tesoros de Yugurta. El lugar estaba ubicado en la frontera entre Numidia y Mauritania y parecía un objetivo imposible: la fortaleza tenía alimentos y agua, y además estaba ubicada en una ladera. Pero la fortuna acompañó a Cayo Mario y al final consiguió tomarla. ¿Cómo lo hizo?

Mapa de Numidia en la Guerra de Yugurta.

Lo que pasó fue que un ligur de las tropas auxiliares descubrió por casualidad un lugar por el que entrar a la fortaleza. Tras contárselo a Mario, el procónsul envió a esa zona a cinco músicos. Fue una estrategema inteligente. Los romanos solían atacar por el camino que conducía a las puertas del fuerte y los defensores lograban rechazar el ataque. Pero esta vez, cuando los romanos atacaron como siempre, los cinco músicos que estaban en el otro lado del monte hicieron sonar sus trompetas. Tal y como había planeado Mario, los defensores de la fortaleza creyeron que estaban rodeados y se rindieron. Yugurta perdió así una de sus fortalezas más relevantes.


Yugurta sorprende a Cayo Mario


El siguiente episodio importante de la guerra cogió a Mario por sorpresa. El procónsul cometió un error, pues no tomó las precauciones necesarias. Y es que Yugurta y Boco -rey de Mauritania y suegro de Yugurta- atacaron a los romanos cuando marchaban con las filas desorganizadas y faltaba poco para oscurecer. Aun así los romanos fueron capaces de recuperar el orden y se retiraron a dos colinas contiguas.

Mientras los romanos descansaban, los hombres de Boco y Yugurta pasaron la noche cantando para desmoralizar a sus enemigos. Pero lo que consiguieron fue que por la mañana Mario les atacara sin que hubieran podido descansar. Así que Boco y Yugurta tuvieron que retirarse. A pesar de todo no fue una derrota clara para ellos.

Busto de Sila.

Fue poco después cuando se produjo una derrota decisiva para Yugurta. Y eso que el númida volvió a elegir el terreno en el que combatir. Pero esta vez Cayo Mario había aprendido la lección: en esta ocasión los romanos marcharon en formación de combate. Las legiones avanzaban bien protegidas, con la caballería que dirigía Sila en el flanco derecho, los honderos y arqueros en el izquierdo, y la infantería ligera en vanguardia y retaguardia. En el centro avanzaba la infantería pesada.

Con los romanos en esta formación, Yugurta y Boco volvieron a atacar. Lo hicieron por los cuatro costados al mismo tiempo, pero esta vez los romanos se defendieron con eficacia. Boco y Yugurta se vieron superados y sus hombres huyeron. Los africanos sufrieron muchas bajas en este enfrentamiento. Fue una derrota decisiva porque a partir de entonces Boco abandonó a su yerno y colaboró con los romanos.

Boco traiciona a Yugurta


Tres embajadores mauritanos viajaron a Roma para hablar con el senado, y éste concluyó que Boco solo tendría la amistad de Roma cuando la mereciera. O sea, los romanos querían acabar con Yugurta de una vez. Así que el rey de Mauritania pidió a Cayo Mario que enviase como mediador a Sila. Boco ofreció a Sila entregarle a Yugurta, y a éste a su vez le ofreció entregarle a Sila. Pero el rey de Mauritania eligió traicionar a su yerno y Sila capturó a Yugurta y lo llevó ante la presencia de Mario.

Así fue como se resolvió la crisis de Yugurta. Boco recibió su recompensa por la traición, pues fue declarado aliado y amigo de Roma, y además recibió una parte del reino de Yugurta. Cayo Mario había aprovechado su oportunidad y ahora era un triunfador. Por eso cuando se desató la crisis del norte con cimbrios y teutones, todas las esperanzas estaban depositadas en él.


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