La batalla de los llanos del Bagradas



Roma y Cartago se enfrentaban por primera vez. Hasta aquel momento las dos ciudades habían firmado pactos amistosos, pero aquella situación había terminado. Había mucho en juego. Demasiado. Nada más y nada menos que la hegemonía del Mediterráno.

Pero lo que ninguna de las dos potencias podía imaginar es que aquel conflicto que comenzó en 264 a. C. tendría hasta tres episodios. Y menos aún que el enfrentamiento entre los dos colosos se prolongaría durante más de cien años.


Las causas de la Primera Guerra Púnica


En teoría, la Primera Guerra Púnica comenzó por culpa de los mamertinos. Éstos eran unos mercenarios de Campania que se habían puesto al servicio de Agatocles, el rey de Siracusa. Pero cuando su trabajo terminó no volvieron a la península itálica. Lo que hicieron fue entrar en Mesina, una ciudad ubicada en el estrecho entre Italia y Sicilia. Y una vez dentro, no llevaron precisamente una vida pacífica, sino que mataron y expulsaron todo lo que les pareció conveniente. El lío, pues, había empezado.

¿Qué tenía que ver todo esto con Roma? A priori no mucho. Pero en el 265 a. C. el rey Hierón de Siracusa encerró a los mamertinos en Mesina. Entonces éstos pidieron ayuda a los cartagineses, que hasta entonces habían sido enemigos encarnizados de los siracusanos. Y por si acaso, los mamertinos también pidieron auxilio a Roma.

Batalla de Drépano en el 249 a. C. (Radu Oltean).

Los primeros en llegar en auxilio de los mamertinos fueron los cartagineses. Hierón, temeroso de la poderosa Cartago, se marchó. A continuación los fenicios se instalaron en la ciudadela de Mesina. Pero después llegaron los romanos, y los mamertinos expulsaron a los cartagineses para dejar paso a los primeros. Como es lógico, a los cartagineses todo esto no les hizo mucha gracia.

Como decía, 'en teoría' el motivo de la guerra fue éste. Pero lo normal es pensar que el asunto de los mamertinos era tan solo una excusa. Y es que Roma por fin se había hecho con el control de la península itálica y miraba con recelo a Cartago. Los fenicios ya tenían Córcega, Cerdeña y parte de Sicilia. Y si se apoderaban de Sicilia estarían demasiado cerca de esa península itálica que tanto había costado dominar a la ciudad del Tíber. Comenzó así una Primera Guerra Púnica que duró veintitrés años.

Una guerra naval


En este artículo no vamos a explicar de manera detallada todo lo sucedido durante la Primera Guerra Púnica. Pero sí conviene hacer un resumen para que el lector entienda en qué situación llegaban Roma y Cartago a la batalla de los llanos del Bagradas.

Aunque los romanos habían llegado a Sicilia para ayudar a los mamertinos, el objetivo de la campaña no tardó en cambiar. Roma se impuso a Cartago en la primera guerra campal en la que se enfrentaron ambas potencias y tomó la ciudad de Agrigento. Tras este primer éxito fuera de la península itálica, Roma se propuso expulsar de Sicilia a sus enemigos fenicios.


"Los romanos necesitaban prepararse para una guerra naval. Construyeron su propia flota de quinquerremes y trirremes".


Pero para conseguirlo necesitaba prepararse para una guerra naval. Los romanos tenían poca experiencia en este terreno, y sin embargo Cartago dominaba el mar. Por eso los romanos construyeron su propia flota de quinquerremes y trirremes.

En aquella época las batallas navales se solían hacer de dos maneras: con abordaje o atacando con el espolón. La primera consistía en acercarse al enemigo todo lo posible para pasar a su barco y atacarlo con infantería. Los barcos que utilizaban esta estrategia solían ser más grandes y pesados, pues una posición superior siempre facilitaba el abordaje. En cuanto a la segunda opción, la del espolón, consistía en atacar con un saliente de bronce que los barcos llevaban en la proa. En este caso lo conveniente era que fueran naves ligeras. Atacaban al enemigo y lo resquebrajaban. El barco que recibía el daño solía inundarse, y las muertes eran numerosas.


El corvus romano


Como hasta ahora los romanos se habían centrado en la guerra terrestre, apenas habían desarrollado sus habilidades navales. Debido a esa falta de pericia decidieron que sus ataques serían al abordaje. Pero esta manera de combatir también tenía riesgos: los legionarios podían caer al agua al intentar pasar al barco enemigo, y además resultaba complicado acercarse tanto a los barcos cartagineses, pues solían ser mejores pilotos. La solución romana a estos problemas fue el 'corvus' o cuervo. Y visto lo que sucedió después, fue un éxito.

¿En qué consistía? El corvus era una pasarela de un metro de ancho y unos diez de longitud. Cuando el quinquerreme navegaba, el artilugio romano iba en vertical. Pero cuando los romanos se acercaban al enemigo soltaban el corvus para ponerlo en horizontal. La pasarela tenía un pincho de metal en el extremo para quedar enganchado a su presa. Una vez conseguido esto, los legionarios atravesaban el corvus y hacían de las suyas en el barco enemigo.

Trirreme romana con corvus.

Así fue como los romanos sorprendieron a los cartagineses. En Milas se enfrentaron ciento treinta barcos púnicos contra cien romanos. Pero los romanos tenían superioridad numérica de infantería y el corvus funcionó a la perfección. Fue una gran victoria para Roma.

La Primera Guerra Púnica continuó con enfrentamientos en Córcega, Cerdeña y Sicilia. Pero parecía que la guerra no avanzaba. La situación se había estancado. Por eso los romanos decidieron que darían un golpe encima de la mesa: invadirían África y terminarían con aquella guerra de una vez por todas.

Las cosas continuaron marchando bien para los intereses de la ciudad eterna. En la batalla de Ecnomo, considerada como la mayor batalla naval de la Antigüedad, los romanos volvieron a derrotar a los cartagineses. Y en Adis, a unos sesenta kilómetros de Cartago, los hombres de Régulo -el cónsul romano- volvieron a vencer a los cartagineses. Tras estos triunfos, Roma acariciaba con los dedos la victora en la Primera Guerra Púnica. Solo le faltaba una victoria. Una más, y la gloria sería suya.

Jantipo, la última esperanza de Cartago


Por eso parecía que la batalla del Bagradas pondría punto final a la Primera Guerra Púnica. Cartago se lo jugaba todo, pues ya no contaba con más ejércitos si perdía el que iba a enfrentarse a Roma. Pero necesitaba tiempo para formar este ejército. Según Dión Casio, las conversaciones de paz que entablaron Roma y Cartago tras la batalla de Adis solo fueron una estrategia de los púnicos para ganar tiempo. Si de verdad fue así, lo cierto es que la jugada les salió bien.

Jantipo era la última esperanza de Cartago. Este militar espartano llegó a África con sus mercenarios en el 255 a. C. Y no tardó en demostrar que conocía el oficio de la guerra. Cuando se enteró de lo sucedido en Adis, dijo a los cartagineses que la causa de la derrota había sido la incompetencia del mando púnico. Y es que habían sido incapaces de plantear una batalla en campo abierto que les permitiera aprovechar la fuerza de los elefantes.

Jantipo (Steve Noon).

Sus argumentos calaron tanto entre la plebe como entre los magistrados cartagineses. Por eso los púnicos contrataron a Jantipo y le dieron el mando de las tropas de Cartago. La misión del espartano sería entrenar a estas tropas para enfrentarse a Roma.

Polibio dice sobre el entrenamiento de Jantipo que 'cuando sacó el ejército fuera de la ciudad, le puso en formación, y comenzó, dividido en trozos, a hacer evoluciones y a mandar según las reglas del arte, se reconoció en él tanta superioridad respecto de la impericia de los precedentes comandantes, que todos manifestaron a voces la impaciencia de batirse sin tardanza con los contrarios, en la firme seguridad de que no podía ocurrir cosa adversa bajo la conducta'. Es decir, que Jantipo hizo su trabajo no solo entrenando, sino también llenando de confianza al bando cartaginés.

Recuperada la confianza, los cartagineses decidieron ir en busca de Régulo y expulsar de África a los romanos. La batalla tuvo lugar en la primavera del año 255 a. C. cerca del río Bagradas, en Túnez. Pero antes de contar el desarrollo de la batalla vamos a echar un vistazo a los ejércitos de Jantipo y Régulo.

Los ejércitos de Jantipo y Régulo


Los ejércitos cartagineses solían ser de tipo helenístico. En Bagradas, Jantipo contaba con 4.000 jinetes, 12.000 infantes y unos 100 elefantes. Se trataba de una proporción muy alta de caballería en comparación con la infantería disponible.

  • La caballería: de esos 4.000 jinetes, unos 2.000 eran númidas y otros 500 de la caballería mercenaria que había sobrevivido en la batalla de Adis.
  • La infantería: de esos 12.000 hombres, 10.000 eran falange cartaginesa ciudadana y 2.000 mercenarios griegos.
  • Elefantes: los 100 paquidermos eran de una raza autóctona de menor tamaño que el elefante indio. Estos animales podían correr a 16 kilómetros por hora, por lo que su carga resultaba imparable.

En cuanto al ejército romano, se trataba de milicias ciudadanas, pues aún no habían llegado las reformas militares de Cayo Mario. Aunque no están claras las cifras del ejército de Régulo, es posible que los romanos dispusieran en esta batalla de un ejército de unos 25.000 infantes y más de 500 jinetes.

  • Infantería: de esos 25.000 hombres, 15.000 pertenecían a dos legiones romanas con sus alae (velites, hastati, principes y triarii). Los otros 10.000 eran infantería libia que habría abandonado a Cartago tras las victorias de Régulo.
  • Caballería: lo más probable es que los 500 jinetes fueran equites romanos, aunque también se les unió caballería libia.

Disposición de los ejércitos de Jantipo y Régulo (La Cruzada del saber. Revista nº 5).


Tras varios días observándose, Jantipo decidió sacar a su ejército y formarlo para la batalla. En primera línea situó a los 100 elefantes. Tras ellos colocó a la infantería cartaginesa. En el ala derecha dispuso a los mercenarios griegos, y en el lado izquierdo ubicó a los peltastas griegos mercenarios. Por delante de éstos, en los flancos, dispuso a su caballería pesada cartaginesa, la caballería mercenaria y los jinetes númidas.

Al ver los elefantes del bando cartaginés, Régulo cambió la disposición de su infantería. Necesitaba contener la carga de aquellas bestias como fuera. Para lograrlo colocó a sus legionarios en manípulos profundos. Esto significa que en vez de los tres habituales, las legiones formaron con seis manípulos de profundidad. Como siempre, los romanos situaron su caballería -equites y caballería libia- en los flancos.


La batalla del Bagradas


La batalla comenzó con la carga de los elefantes por el centro. Los velites, en la posición más adelantada de la formación romana, fueron arrollados por el empuje de las bestias. Los elefantes llegaron entonces a la línea de los hastati, que también lo pasaron mal tratando de contener a los paquidermos. Pero cuando parecía que lo habían logrado entró en acción la infantería cartaginesa.

La ventaja de los púnicos es que ellos aún estaban frescos y entraban en combate en aquel momento. Y los legionarios romanos estaban desorganizados a causa de los elefantes. Por eso el éxito de la infantería cartaginesa entrenada por Jantipo fue total.

¿Qué pasaba en los flancos? Allí se encontraba la caballería, que sería crucial para decidir la batalla. Como ya hemos señalado, el ejército cartaginés contaba con gran superioridad numérica de caballería. Por eso a los púnicos no les costó demasiado poner en fuga a la caballería romana que formaban los equites y los jinetes libios.

Los elefantes de Cartago cargan en Bagradas.

Los únicos que dieron buenas noticias a Régulo fueron la primera y segunda legión romanas. Gracias a la formación profunda que había dispuesto el cónsul romano, estas dos legiones lograron romper la formación del ala griega.

Con todo, aunque el centro romano había sufrido, parecía que el plan de Régulo no marchaba mal del todo. Los elefantes habían sembrado el caos, sí, pero el centro romano aguantaba. La formación profunda de los romanos estaba dando frutos. Es cierto que la infantería cartaginesa estaba haciendo retroceder a los hastati, y los principes hacían lo que podían con los elefantes. Pero a los romanos todavía les quedaban los triarii.

La esperanza romana se desvaneció por completo cuando volvió la caballería cartaginesa. Habían puesto en fuga a la caballería enemiga y ahora atacaban a los triarii por la retaguardia. Los romanos estaban perdidos, rodeados. Delante tenían a la infantería cartaginesa. Detrás cargaban los jinetes púnicos. Entre los manípulos los elefantes continuaban sembrando el caos. Y en los flancos atacaban los pestaltas.


"Los romanos quedaron totalmente rodeados y el resultado de la batalla fue un desastre para ellos".


El resultado fue un desastre para Roma. Del ejército de Régulo solo sobrevivieron 2.000 hombres del ala izquierda y los 500 que permanecieron junto al cónsul. Se trataba del 84% del ejército. Los púnicos fueron la otra cara de la moneda, pues solo tuvieron 800 bajas.

La batalla del Bagradas podía haber sido la última de la Primera Guerra Púnica, pero la victoria cartaginesa logró evitarlo. Los púnicos no solo consiguieron volver a controlar el norte de África, sino que incluso enviaron un ejército al mando de Asdrúbal a Sicilia. La primera guerra entre Roma y Cartago todavía se prolongaría hasta el año 241 a. C.

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