Cayo Mario es una de las figuras más importantes de la historia de Roma. Sin duda. No solo porque fue cónsul siete veces, algo sin precedentes. También porque triunfó en la guerra de Yugurta, reformó la legión romana, salvó a la ciudad eterna de la amenaza de cimbrios y teutones, fue uno de los protagonistas de la primera guerra civil romana... Casi nada. Y para colmo, logró todo esto siendo un homo novus, es decir, sin contar con antepasados que hubieran sido cónsules antes que él. Pero a pesar de todo, Cayo Mario no tiene hoy la fama que se merece.
Hablo de fama popular, de la de quienes no han buceado demasiado en la historia de Roma. Porque Cayo Mario no es Julio César, ni Augusto, ni Cicerón, ni Claudio. Tampoco es Trajano, Escipión o Constantino. Ni si quiera es Nerón o Marco Aurelio. Son todos ellos nombres que cualquier persona podría citar al preguntársele por un 'romano famoso'. Pues bien, Cayo Mario no está a ese nivel de fama. No actualmente. Pero, como decía, fue un personaje decisivo en la historia de Roma.
Por eso vamos a dedicar este artículo a hablar de uno de los episodios más relevantes de la vida de Cayo Mario. Llegó un momento en que su carrera parecía estancada, pero la guerra de Yugurta fue la oportunidad que nuestro protagonista estaba esperando. ¿En qué consistió? ¿Cómo se desarrolló? Vamos a explicarlo.