La Tercera Guerra Púnica y la destrucción de Cartago



La Tercera Guerra Púnica fue dramática para Cartago. Los dos conflictos anteriores entre romanos y púnicos habían concluido con victoria de los primeros. Especialmente dura para los romanos había sido la Segunda Guerra Púnica. En Cannas, Aníbal les había infligido la mayor derrota de su historia y había estado a punto de poner asedio a Roma. Pero al final Escipión el Africano había derrotado al púnico en Zama. Y Roma había terminado imponiendo sus condiciones de paz.

Aunque Cartago no deseaba un nuevo enfrentamiento con su potencia enemiga, al final no pudo evitar que en el año 149 a. C. estallase su tercer conflicto bélico contra Roma. ¿Cuáles fueron las causas de esta última guerra púnica? ¿Qué pasó exactamente? Vamos a verlo.

César y el sitio de Alesia



El sitio de Alesia fue la batalla decisiva en la guerra de las Galias. César y sus legiones llevaban allí siete años, desde el 58 a. C. La Galia no era un país unificado, sino que la poblaban diversas tribus celtas que mantenían sus propios conflictos. César había aprovechado esto a su favor y había obtenido varias victorias. Pero en el 52 a. C. el líder arverno Vercingetórix logró unir a una confederación de tribus galas para enfrentarse al invasor romano.

Lo sorprendente de la batalla de Alesia es que los romanos fueron sitiadores y sitiados al mismo tiempo. Las legiones no solo tuvieron que mantener el cerco sobre la fortificación de Alesia, sino que, al mismo tiempo, se defendieron de los ataques externos que les lanzaron otras tropas aliadas galas. Como se sabe, el resultado fue una gran victoria para Roma. Pero, ¿cómo lo consiguió Julio César?

Claudio, el emperador culto



El emperador Claudio demostró al mundo que el aspecto físico no es tan importante. Que los feos, los tullidos y los defectuosos pueden llegar a lo más alto. Incluso, que pueden hacerlo mejor que muchos otros. Y que la cultura y la inteligencia son a menudo más relevantes que una cara bonita. Porque Claudio no era el más agraciado de Roma pero sí una persona culta e instruida. Y además de ser un superviviente, resultó ser un buen emperador.

Nuestro protagonista sufrió el desprecio de su familia porque tenía defectos físicos. Era tartamudo, cojo y sufría ataques epilépticos. Para colmo, tenía digestiones difíciles. Su madre llegó incluso a decir que era 'una caricatura de hombre' y 'un aborto de la naturaleza'. Los historiadores clásicos tampoco fueron demasiado generosos con él. Lo presentaron como un ser ridículo, temeroso e incapacitado para la vida imperial. Pero nada más lejos de la realidad: el emperador Claudio era un hombre sabio y erudito. Y según Dión Casio, 'tenía una inteligencia poco común, porque se mantenía constantemente instruido'.

Valeria Mesalina, la emperatriz prostituta



Ninfómana, prostituta, lujuriosa. Valeria Mesalina, emperatriz de Roma, pasó a la historia asociada a estas palabras. Con unos quince años de edad se casó con Claudio, quien ni siquiera estaba en la línea de sucesión del trono imperial. De hecho Claudio era el tío de Calígula, así que no era precisamente un descendiente de éste. Por eso es lógico pensar que Mesalina, aunque ambiciosa, no imaginaba que llegaría a ser emperatriz. Sus opciones eran mínimas, remotas o directamente inexistentes. Pero para sorpresa de todos la guardia pretoriana nombró emperador a Claudio en el año 41. Y Mesalina, su mujer, se convirtió en nueva emperatriz de Roma.

Nuestra protagonista demostró entonces ser una mujer harto ambiciosa. A diferencia de Livia, la mujer de Augusto que transmitió la imagen de mujer casta y obediente, Mesalina se entregó a la lujuria y a la ambición sin límite. Hoy la leyenda de Valeria Mesalina es tal que incluso da nombre al 'mesalinismo', esa seducción que una mujer ejerce sobre un varón para que éste sirva a sus propósitos. Pero, ¿qué hizo exactamente Valeria Mesalina para ganarse semejante reputación?