Fabio Máximo, el gran dictador de Roma



Aunque Fabio Máximo fue un personaje decisivo, no es tan conocido como otros. De vez en cuando la historia tiende a olvidarse de hombres importantes. El paso del tiempo ensalza a algunos, mientras que a otros los relega a un segundo plano. En la Segunda Guerra Púnica, Escipión fue el gran vencedor de Aníbal. En un momento desesperado para Roma, este joven general venció a los púnicos en Hispania y después puso punto final a la guerra en Zama. Escipión demostró ser un genio, tal y como hemos comentado en Romaníacos en más de una ocasión. Todo esto es tan cierto como público y notorio. De acuerdo.

Pero Fabio Máximo, otro gran personaje de la historia de la Ciudad Eterna, también jugó un papel decisivo en la supervivencia de Roma. Es verdad que nuestro protagonista no logró gestas épicas. Fabio Máximo no derrotó a ejércitos que le superaban ampliamente en número ni tomó fortalezas en tiempo récord. Pero cuando Roma estaba arrodillada ante Aníbal tras sufrir una derrota tras otra, Fabio Máximo, dictador de Roma, fue el único capaz de comprender cómo había que enfrentarse al enemigo cartaginés.

Aquae Sextiae, la emboscada de Mario a los teutones



Roma temía a los bárbaros del norte. Es lógico. Por allí había llegado Breno, el galo que había saqueado la Ciudad Eterna a finales del siglo IV a. C. Desde allí, también, había emergido el cartaginés Aníbal. El púnico había atravesado los Alpes y había sembrado el terror en la península itálica durante más de una década. Ahora, a finales del siglo II a. C., los bárbaros del norte volvían ser una amenaza para Roma. Pero en Aquae Sextiae -y después en Vercellae- Mario se iba a erigir en salvador de la República.

Hasta el día de aquella batalla Roma vivió una situación de auténtico temor. Cimbrios, teutones, ambrones y tigurinos eran tribus en busca de nuevas tierras en las que asentarse. A partir del año 113 a. C. las fuerzas romanas cayeron ante estas tribus una y otra vez. Y en el 105 a. C. se produjo el desastre de Arausio, una de las mayores derrotas militares de la historia de Roma. La Ciudad Eterna estaba contra las cuerdas y parecía que nada podía frenar el avance de estos pueblos bárbaros hacia la península itálica. Pero Cayo Mario, la gran esperanza, salvó a Roma. ¿Cómo lo consiguió? Lo explicamos.